Cuando el
consumidor adquiere en el comercio un producto cosmético,
realiza su elección dependiendo de la función,
características organolépticas, propiedades, tipo de
envase y coste. Sin embargo, da por supuesto que el producto se
encuentra en óptimas condiciones, no se deteriora con el
tiempo y es seguro para su salud. En el presente trabajo se abordan
las características y la función de los conservantes
utilizados para evitar el deterioro de los productos
cosméticos.
La mayoría de las
formulaciones cosméticas, debido a que contienen un elevado
porcentaje de agua y a que muchas de las sustancias utilizadas en
su fabricación pueden ser degradadas biológicamente
por microorganismos, son productos que se deterioran con el paso
del tiempo.
La presencia de microorganismos en los productos cosméticos puede producir cambios en el aspecto físico, color, olor y textura. En estas ocasiones, cuando el consumidor detecta signos visibles de alteración, reacciona rechazando el producto. Sin embargo, cuando la contaminación microbiológica no modifica el aspecto del cosmético representa un importante riesgo para la salud del consumidor, ya que en estas condiciones los cosméticos pueden causar irritaciones o infecciones, particularmente si el producto se aplica sobre piel dañada, ojos o en niños.
La microbiología
cosmética es una parte de la microbiología
especializada en la evaluación de la calidad
microbiológica de los productos cosméticos, estudio
de los factores que afectan el deterioro de las formulaciones, los
métodos de control microbiológico y los principios de
prevención y conservación.
Origen de la
contaminación microbiológica.
La contaminación
microbiana de un producto cosmético puede tener diferentes
orígenes: materias primas, medio ambiente, equipo de
fabricación y envasado, personal, y utilización por
el consumidor.
- Materias primas
- Medio ambiente
El aire contiene
principalmente microorganismos cutáneos, hongos y esporas
bacterianas que pueden entrar en contacto con el producto. Para
evitarlo, se deben reducir al máximo las corrientes de aire
sobre el producto cosmético.
- Equipo de fabricación y envasado
En estas etapas, el
producto se puede contaminar fácilmente por microorganismos
que se acumulan como consecuencia de una limpieza deficiente o
inadecuada de los equipos e instalaciones.
- Personal
Muchos de los procesos
realizados durante la fabricación y envasado requieren la
intervención de operarios, lo que supone un riesgo
microbiológico importante y en ocasiones difícilmente
controlable. Los operarios deben ser debidamente formados en
hábitos de higiene personal, así como en el
seguimiento de las Normas de Correcta
Fabricación.
- Utilización por el consumidor
Los cosméticos
pueden contaminarse con la microbiota residente en la piel del
propio usuario.
Para evitar la
contaminación microbiológica de los
cosméticos, el fabricante deberá controlar cada unas
de las posibles vías de entrada mediante análisis
microbiológicos de materias primas, ambiente y equipos, a la
vez que se sigue un plan de aplicación de buenas
prácticas de fabricación. Sin embargo, aún en
estas condiciones «ideales» de fabricación y
manipulación, el producto obtenido no es estéril, por
lo que siempre existe la posibilidad de que algún
microorganismo se incorpore al producto. Cuando esto ocurra, los
microorganismos proliferarán si se dan las condiciones
adecuadas y los cosméticos proporcionan estas condiciones
ideales de contenido en agua, oxígeno y nutrientes,
necesarios para su adecuado desarrollo. Además, una vez el
producto llega al consumidor, el microbiólogo desconoce si
éste realizará un uso adecuado o no del
cosmético (envase destapado, adición de agua, uso en
deficientes condiciones higiénicas) y en qué
condiciones será almacenado (elevadas temperaturas y
humedad). Por todos estos motivos, se puede afirmar con toda
seguridad que, en estas condiciones, el cosmético
sufrirá una degradación, viéndose comprometida
su calidad y la seguridad de uso.
Para poder proteger al
producto cosmético de la degradación como
consecuencia de una contaminación microbiológica, se
incorporan a las fórmulas cosméticas ingredientes
específicos denominados conservantes.
Conservantes
Los conservantes se definen
como sustancias químicas con actividad antimicrobiana que se
incorporan en los cosméticos en muy pequeña
concentración (entre un 0,0005 y un 1% de sustancia activa)
durante el proceso de fabricación. Su función es la
de prevenir a los productos frente a la contaminación
microbiana durante la fabricación, almacenaje y uso
cotidiano del consumidor, pero nunca deben utilizarse para destruir
los microorganismos de productos cosméticos
contaminados.
La incorporación de
conservantes en las formulaciones cosméticas es, en
principio, necesaria debido a que se trata de una excelente fuente
de nutrientes para bacterias, hongos y levaduras. Sin embargo,
encontrar el tipo de conservante o sistema conservante adecuado a
incorporar en cada fórmula, que satisfaga todo criterio de
conservación y seguridad toxicológica, representa un
desafío para el microbiólogo
cosmético.
Selección del
conservante
El conservante ideal
debería reunir las siguientes características: tener
un amplio espectro de actividad antimicrobiana, que no produzca
ninguna reacción de sensibilización, que tenga una
estructura química conocida, que sea completamente soluble
en agua, que permanezca estable en condiciones extremas de pH y
temperatura, que sea compatible con todos los ingredientes de la
formulación y envasado, que no altere los caracteres
organolépticos del cosmético al cual se ha
incorporado y, por último, que sea barato.
Ningún agente
conservante solo puede posiblemente satisfacer todos estos
criterios. Consecuentemente, para crear un sistema conservante
adecuado, que aporte protección durante las fases de
elaboración del cosmético, y que ésta se
prolongue durante toda la vida del cosmético en manos del
usuario, será necesario en la mayoría de las
ocasiones la combinación de más de un conservante. La
elección la debe realizar el microbiólogo
cosmético, quien basándose en la experiencia de
formulaciones anteriores y considerando la naturaleza
química de los ingredientes, método de
fabricación, propiedades fisicoquímicas del producto,
tipo de envase, condiciones de aplicación y coste,
escogerá el conservante o sistema conservante más
adecuado para cada producto. La elección del sistema
conservante más adecuado siempre debe ser un compromiso
entre la eficacia, estabilidad y seguridad.
Tipos de
conservantes
Los parabenos son los conservantes
más utilizados, mayoritariamente combinados con fenoxietanol
y donadores de formaldehído.
También existen conservantes más respetuosos con el medioambiente y autorizados por certificadoras como por ejemplo es ecocert.
También existen conservantes más respetuosos con el medioambiente y autorizados por certificadoras como por ejemplo es ecocert.
Mecanismos de
actuación
A diferencia de los
antibióticos, de los que se conoce el modo de acción
a nivel molecular frente a los microorganismos, de los conservantes
únicamente se conoce de forma generalizada los puntos de
actuación. Casi todos actúan desnaturalizando las
proteínas o afectando a la permeabilidad de la membrana de
los microorganismos y, por tanto, bloqueando el transporte y la
generación de energía.
Se pueden clasificar de
acuerdo con su mecanismo de acción: agentes que dañan
la membrana, agentes desnaturalizantes y agentes modificadores de
grupos funcionales.
- Agentes que dañan la membrana
Los disolventes
orgánicos como los alcoholes y tensioactivos
catiónicos (p. ej., los amonios cuaternarios) dañan
la integridad estructural de la membrana, es decir, alteran la
disposición ordenada de lípidos y proteínas,
lo que origina interferencias con procesos de transporte y
metabolismo energético de la célula.
Los ácidos
débiles como p-hidroxibenzoico (parabenos), benzoico
o dehidroacético actúan alterando el potencial
eléctrico de membrana y permeabilidad, bloqueando la
generación de energía y pérdida de
transporte.
- Agentes desnaturalizantes de proteínas
Alcoholes y donadores de
formaldehído, entre otros, facilitan la agregación y
precipitación de las proteínas del citoplasma y
membranas de los microorganismos.
- Agentes modificadores de grupos funcionales
Esta clase de agentes se
caracteriza porque actúan alterando los grupos funcionales
de las proteínas de las membranas, centros activos de
enzimas y ácidos nucleicos (donadores de
formaldehído, isotiazolinonas...).
Test de
Eficacia
Una vez que se ha realizado
el diseño de la fórmula cosmética y
seleccionado el sistema conservante más adecuado, es
necesario que el microbiólogo compruebe, experimentalmente,
que el producto cosmético es capaz de prevenir los efectos
adversos que pueden originarse durante su uso o almacenamiento,
como consecuencia de una contaminación
microbiológica. Con este fin, se ha diseñado el
denominado Test de Eficacia o Challenge Test, cuyo protocolo
experimental se encuentra descrito en la Farmacopea
Española.
Este tipo de ensayo se
realiza una vez finalizada la etapa de desarrollo de la
fórmula y consiste en inocular una elevada carga de
microorganismos específicos (106 ufc/g) en un
cosmético sin diluir (tabla 2). A tiempo cero horas, 7, 14,
21 y 28 días se examina el número de microorganismos
supervivientes. Se considera que un sistema conservante es adecuado
cuando en las condiciones de realización del ensayo se
produce un descenso significativo del número de
microorganismos inoculado.
Control de calidad
microbiológica
A pesar de que cuando un
producto cosmético sale al mercado se realizan todos los
estudios necesarios que verifican que el producto es seguro desde
un punto de vista microbiológico, desde la recepción
de las materias primas hasta que el producto está listo para
ponerse en el punto de venta pueden producirse errores que ponen de
manifiesto la necesidad de controlar microbiológicamente
todas las fabricaciones que salen al mercado.
Desde un punto de vista
legislativo, no existe ninguna norma de obligado cumplimiento que
regule los límites de contenido microbiológico de los
productos cosméticos. Sin embargo, asociaciones nacionales
como el Comité Asesor de Cosmetología, o
internacionales como la CTFA (Cosmetic, Toiletry & Fragrance
Association) han publicado las siguientes directrices a cumplir
por los productos cosméticos: el contenido máximo de
microorganismos viables totales para los cosméticos de uso
general será 103 por gramo o mililitro de
producto; en los cosméticos para uso en bebés o en el
contorno de ojos será 102. En todos se requiere
la ausencia de microorganismos patógenos P.
aeruginosa, S. aureus, C. albicans y A.
niger.
Seguridad
La utilización de
agentes conservantes en las formulaciones cosméticas
está sujeto a estrictas regulaciones nacionales e
internacionales que hace que sea totalmente seguro para el
consumidor la utilización de estas sustancias
antimicrobianas. En España, el Anexo VI del Real Decreto
1599/1997, de 17 de octubre, sobre Productos Cosméticos
incluye la lista de agentes conservadores admitidos que pueden
contener los productos cosméticos. Esta lista proporciona
información sobre la concentración máxima de
conservante en producto acabado, exigencias, condiciones de empleo
y advertencias obligatorias que deben figurar en el envasado. Hasta
el momento, hay unos 50 agentes antimicrobianos probados que se
pueden utilizar en productos cosméticos.
En los últimos
años se ha observado que un pequeño porcentaje de la
población desarrolla reacciones alérgicas a alguno de
los conservantes utilizados en los productos cosméticos,
pero en el mismo grado que se desarrollan alergias a los
ácaros del polvo, polen, aleaciones metálicas, huevo
o marisco. Sin embargo, la obligatoriedad de incluir en el envase,
de forma detallada, la lista de ingredientes que contiene el
cosmético permite a estas personas evitar el uso de
productos que contengan el conservante al que se han
sensibilizado.
Cosméticos
libres de conservantes
Al igual que en otros
ámbitos, en los últimos años el fabricante de
cosméticos se ha visto en la necesidad de lanzar al mercado
nuevos productos clasificados como «naturales» o que
«contienen ingredientes naturales» en respuesta a la
demanda del consumidor. «No contiene conservantes» es
el mensaje que el consumidor quiere ver escrito en el envase de los
productos que adquiere, ya que para él significa que el
producto es natural y está libre de aditivos
químicos.
Un cosmético
«sin conservantes» significa que no contiene sustancias
activas antimicrobianas listadas en el Anexo VI como conservantes.
En este caso, la fórmula será
microbiológicamente segura si se ha fabricado en condiciones
estériles y está contenida en un envase que no
permita el acceso de los microorganismos, bajo ningún
concepto. Si estos requisitos no se cumplen, el cosmético
estará expuesto a la contaminación
microbiológica y se producirá la
multiplicación imparable de los microorganismos.
Una alternativa posible que
permite reducir o eliminar el uso de conservantes es cuando el
formulador aprovecha las propiedades antimicrobianas que pueden
tener algunos de los ingredientes cosméticos (alcoholes,
detergentes, fragancias, antioxidantes), trabaja a pH extremos o
con baja actividad de agua, controla la carga microbiológica
mediante Normas de Correcta Fabricación y se utilizan
envases de un solo uso o que no permitan el contacto del producto
con la piel del usuario o con el ambiente. Sólo si se
cumplen estas condiciones podemos hablar de productos
autoconservados y permitirá a los fabricantes vender
cosméticos libres de conservantes.
Conclusión
La inocuidad y calidad de
los productos cosméticos constituyen elementos importantes
para la salud de la población. La adición de
conservantes a las formulaciones ayudan al fabricante de
cosméticos a conseguir el objetivo primordial de elaborar
productos que satisfagan las necesidades del consumidor, a la vez
que éstos resultan seguros en condiciones normales de
utilización.
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