Algunas sustancias que son inocuas y bien toleradas se vuelven nocivas cuando se activan por la luz. El activo antigénico es activado por la luz.
La penetración de sustancias inductoras de reacciones puede seguir a la aplicación percutánea, ingestion o incluso inhalación. La sustancia o sus metabolitos es activada por la luz para originar moléculas en un estado electrónicamente excitado que son nocivas para los tejidos. Existen procesos naturales de desactivación en los tejidos que limitan la intensidad de tales reacciones.
La energía para activar las sustancias sensibles a la luz procede de radiaciones de longitudes de onda entre 300 y 800 de luz ultravioleta y visible absorbida por el sistema.
Existen varias sustancias que suelen ser utilizadas en cosméticos que originan fototoxicidad o fotoalergia. La eosina, hace tiempo utilizada en barras labiales, es un ejemplo muy claro.
Otros ejemplos son los derivados del acido p-aminobenzoico.
Los perfumes compuestos por aceites esenciales procedentes de algunas plantas, por ejemplo bergamota, y particularmente los psoralenos contenidos en este aceite, son fuente de potentes fototoxinas.
Las reacciones fototóxicas son alteraciones inflamatorias originadas por longitudes de ondas de luz que serían bien toleradas si la piel no se hubiera vuelto sensible por la sustancia química fotoactivada. Las alteraciones histológicas no difieren significativamente de otras respuestas inflamatorias agudas, por ejemplo a irritantes químicos suaves.
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