La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad
irreversible y progresiva del cerebro que lentamente destruye la memoria y las
aptitudes del pensamiento, y con el tiempo, hasta la capacidad de llevar a cabo
las tareas más simples. En la mayoría de las personas afectadas con esta
enfermedad, los síntomas aparecen por primera vez después de los 60 años de
edad.
El Alzheimer es la causa más común de demencia en las personas mayores. La demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo, o sea, pensar, recordar y razonar, a tal grado que interfiere con la vida y las actividades diarias de una persona.
Los problemas de la memoria son una de las
primeras señales del Alzheimer. A medida que la enfermedad va avanzando, la
pérdida de la memoria continúa y surgen cambios en otras capacidades
cognitivas. Los problemas pueden incluir perderse, dificultad para manejar el
dinero y pagar las cuentas, repetir las preguntas, tomar más tiempo para
completar las tareas diarias normales, juicio deficiente y pequeños cambios en
el estado de ánimo y en la personalidad. Las personas frecuentemente son
diagnosticadas durante esta etapa.
Enfermedad de Alzheimer muy temprana | Enfermedad de Alzheimer leve a moderada | Enfermedad de Alzheimer severa |
A medida que el Alzheimer avanza, los ovillos
neurofibrilares se extienden por todo el cerebro (señalados en azul). Las
placas también se extienden por todo el cerebro, empezando en la neocorteza.
Cuando llega la fase final, los daños se han extendido ampliamente y los
tejidos del cerebro se han encogido considerablemente.
El DDT (diclorodifeniltricloroetano) es un
insecticida organoclorado sintético de amplio espectro, acción prolongada y
estable, aplicado en el control de plagas para todo tipo de cultivos desde la
década del cuarenta.
Tiene aplicación industrial y doméstica.Su potencial ecotóxico reside en que mata a los
insectos por contacto, afectando su sistema nervioso. Su efecto tóxico, luego
de ser aplicado, se conserva durante años (alto poder residual); un campo
tratado con DDT conserva, luego de diez años el 50% de la cantidad aplicada. Se
calcula que desde su invención en 1939 se han consumido, mundialmente, un
millón de t, gran parte de las cuales se encuentran aun dispersas en aguas,
tierras y organismos.
Una vez aplicado se dispersa y difunde tanto sobre
el medio terrestre como el acuático. Se han encontrado pingüinos y focas en la
Antártida y en el Ártico contaminados con DDT.
Estas características y la propiedad bioquímica de acumularse en el tejido adiposo (grasas), provocan que este insecticida ingrese en la red trófica de los ecosistemas y se acumule y concentre en los órganos de los animales (bioacumulación) provocando intoxicación y muerte masiva, en muchos casos.
Los mutantes
sobrevivientes al DDT desarrollan resistencia a esas dosis lo que implica el
posterior empleo de una dosis mayor para controlar las nuevas poblaciones de la
plaga, generando así un incremento constante en las cantidades aplicadas.
Este producto permitió mejorar sensiblemente el
rinde de las cosechas destinadas a la alimentación humana y significó un
importante elemento en la denominada Revolución Verde de la agricultura.
Lamentablemente, su uso indiscriminado y su mal manejo aparejaron las
consecuencias ecotóxicas mencionadas.
El consumo humano de alimentos de origen animal
contaminados con DDT provoca su acumulación y posterior intoxicación, los casos
agudos presentan alteraciones gastrointestinales, trastornos neurológicos y
parálisis muscular; si la dosis es elevada puede sobrevenir la muerte por paro
respiratorio.
El DDT constituye un producto de elevada toxicidad
ambiental y humana y de escasa o nula biodegradabilidad, razón por la cual, en
muchos países, su uso fue restringido y/o prohibido.
Visto esto, entendemos la notable peligrosidad del
producto debido a lo extendido que estuvo en sus formulaciones hace no muchas
décadas y que debido a su acumulación en el organismo, el peligro se multiplica
y quizá es por ello que nuestros mayores estén padeciendo diversas enfermedades, antes desconocidas.
Las personas con enfermedad de Alzheimer tienen
niveles significativamente más altos en la sangre de DDE, el metabolito más
persistente del pesticida DDT, según un estudio de investigadores de Estados
Unidos
Los resultados del estudio no permiten afirmar que
el DDT es la causa desencadenante del Alzheimer en las personas estudiadas pero
en la compleja evolución de esta enfermedad neurodegenerativa, todo parece
indicar que substancias como el DDT pueden ser un factor desencadenante
En concreto la presencia de DDE era cuatro veces
mayor en relación con los controles, lo que según los autores del estudio había
multiplicado por 4 el riesgo de desarrollar la enfermedad. Un riesgo
equivalente al del principal factor conocido que predispone a esta patología
neurodegenerativa: el gen Apoe4. En el estudio comprobaron que los pacientes
este gen y niveles altos de DDE sufrían un deterioro cognitivo aún más grave
que los pacientes sin el gen de riesgo.
El polémico plaguicida ha sido fundamental para
luchar contra la malaria, por lo que en 2006 la OMS decidió volverlo autorizar
para luchar contra los mosquitos que la transmiten, que en su ausencia se
cobraban cada año muchas vidas.
Todavía estamos expuestos a esta sustancia
química, advierten los investigadores, porque consumimos productos alimentarios
de países donde está autorizado su uso en agricultura y porque el DDEpersiste
en el ambiente durante mucho tiempo.
El DDT persiste en el organismo entre 8 y 10 años
y debido a la exposición continua y su larga vida media, el metabolito DDE se
acumula en los tejidos a medida que las personas envejecen. Esta observación
podría ayudar a explicar por qué la edad es, con mucho, el principal factor de
riesgo para la enfermedad de Alzheimer
Los investigadores han encontrado también un
posible mecanismo por el que el DDE y el DDT ejercen sus presuntos efectos
perniciosos en el cerebro. Cuando estos compuestos se añaden a cultivos de
neuronas en concentraciones equivalentes a las de los participantes en el
estudio con niveles más altos, aumenta la proteína precursora de la
beta-amiloide, el principal componente de las placas que se observan en el
cerebro de las personas con alzhéimer.
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