domingo, 1 de marzo de 2015

Rinitis alergica

Conocida como fiebre del heno o polinosis, la rinitis alérgica estacional afecta al 10-20% de la población cada primavera

La primavera es tiempo de alergias, y de ellas la reina es la rinitis alérgica estacional, denominada también fiebre del heno o polinosis. Cerca de un 10% de los niños y del 10 al 20% de los adolescentes la padecen. Aunque disminuye en las edades adultas, se calcula que de un 10 a un 20% de la población general está afectada. No sólo es la enfermedad alérgica más frecuente, sino que está entre los diez primeros motivos de consulta médica, lo que supone un importante impacto económico y un empeoramiento de la calidad de vida de los afectados.




Nuestro sistema inmunológico se encarga de fabricar las defensas contra sustancias externas. El sistema inmunológico fabrica anticuerpos, que son los encargados de neutralizar a los alérgenos que nos invaden. Pero en personas con una predisposición especial, se desencadenan violentas reacciones, que en el caso de la rinitis alérgica, se localizan principalmente en la mucosa nasal cuando entran en contacto con el alérgeno suspendido en el aire. Se libera histamina y otras sustancias que provocan inflamación y producción de líquido en los conductos nasales y que puede extenderse a senos paranasales, ojos y párpados.


Hay dos tipos de rinitis alérgica:

La estacional o de temporada. Aparece en las épocas de polinización (en España mayo y junio) y suele depender también de la pluviosidad. Así, cuanto más ha llovido en marzo y abril, más polinización se da. Por encima de los 1.500 metros de altura, la polinización es escasa. Las manifestaciones clínicas de la rinitis empeoran con los anticiclones y mejoran con las borrascas. Su estacionalidad varía en función del alérgeno y de la zona geográfica.

La perenne o permanente. Se da durante todo el año, generalmente producida por los ácaros del polvo, los epitelios (caspa, pelo y plumas) y excreciones (orina y excrementos) de los animales domésticos, mohos, y alérgenos ocupacionales, que se generan en el lugar de trabajo.

Aviso del asma

Los síntomas que produce la rinitis, que además es un factor de riesgo de asma, son:

Prurito (picor) nasal que puede producirse también en ojos, paladar, garganta
Rinorrea acuosa, estornudos en salvas
Congestión y obstrucción nasal


También pueden acompañar estos otros síntomas:

Tos irritativa, respiración sibilante (con pitos en el pecho)
Respiración bucal
Ronquidos, hipersomnia
Astenia, mal rendimiento escolar
Infecciones frecuentes de oído
Confusiones con rinitis no alérgica

Diagnóstico

El diagnóstico lo realiza exclusivamente el médico y se basa principalmente en los siguientes medios: interrogatorio (sobre síntomas, costumbres, alimentación, medicación, hábitat familiar y laboral), exploración y realización de las pruebas que determine.


Anamnesis o Historia Clínica:

En la mayor parte de los casos existe una correlación directa entre los síntomas y la exposición ambiental a los pólenes.


Frotis nasal o bucofaríngeo:



Se obtiene una muestra de exudado (nasal o bucofaríngeo) y, ya en el laboratorio y mediante la tinción con distintas técnicas, se identifican las células epiteliales, hemáticas (neutrófilos, mastocitos, linfocitos, basófilos y eosinófilos) y otros posibles elementos que pueden aparecer como pólenes, bacterias y esporas micóticas. Este tipo de pruebas es muy determinante y tiene como importante factor añadido la rapidez y el bajo coste económico de la prueba.




Exámen Sanguineo:

En los exámenes de sangre se analiza la determinación de unas inmunoglobulinas, en especial IgE (inmunoglobulina específica), teniendo esta prueba una importancia similar a las pruebas dérmicas que también se realizan. Tiene como ventaja añadida que una sola muestra permite la realización de varias pruebas, emplean menos tiempo que las pruebas cutáneas y es un método objetivo de análisis plenamente automatizado, por lo que no influye la subjetividad del clínico. Cuando no se puede recurrir a las pruebas dérmicas (por lesiones de piel, tratarse de niños o en caso de riesgo de shock) es la prueba más idónea.

Un nivel muy alto de estos anticuerpos frente a alérgenos en la sangre mostrará la existencia de reacción alérgica. En cualquier caso, siempre hay que tener en cuenta que tanto esta prueba como los exámenes de piel pueden dar falsos positivos o negativos, por lo que el facultativo (con todos los datos y pruebas) valorará todos los aspectos para determinar un certero diagnóstico.


Exámenes de la piel:


Este tipo de pruebas (hay varias) es de una elevada seguridad y obtiene, mediante el contacto de la piel del paciente con una solución que contiene distintos alergenos, la posible reacción de los anticuerpos IgE frente a esa posible agresión. El especialista alergólogo dispone en la actualidad de una serie de alergenos, producidos por laboratorios especializados, que le permitirán detectar y determinar de forma rápida y eficaz el origen y diagnóstico de la enfermedad alérgica.


Utilizando esas soluciones de alérgenos purificados, los pondrá en contacto con la piel (epidermis o en la dermis) a través de microinyecciones subcutáneas o con leves arañazos practicados con una lanceta (escarificación). Si se manifiesta una reacción alérgica, en unos 10 ó 15 minutos, será simplemente un habón o pequeño enrojecimiento. De la historia clínica del paciente y el interrogatorio efectuado, dependerá el tipo de alérgenos seleccionado por el especialista aunque, generalmente, se emplean ácaros, pólenes, animales (pelos, plumas, etc.) y hongos.

Una vez determinados los alérgenos causantes de la alergia llega el momento de la elección e instauración del tratamiento específico por parte del profesional sanitario. La elección será tratar la sintomatología (con antihistamínicos y/o cortisonas) o bien iniciar una terapia de desensibilización específica (inmunoterapia) con aplicación subcutánea, intranasal o intrabucal de una vacuna que conseguirá un máximo beneficio como preventivo de nuestra alergia.

El tratamiento de la rinitis alérgica se sustenta en tres pilares: evitar el alérgeno, inmunoterapia y farmacoterapia.


Evitar el alérgeno.



En las épocas de polinización (en la actualidad, se cuenta con información sobre el índice de polinización en la atmósfera) conviene:

Cerrar ventanas
Tener las ventanillas cerradas en el coche.
Reducir al mínimo las actividades al aire libre, especialmente a primera hora de la mañana ( de las 5.00 a 10.00 horas emisión alta de polen) y por la noche (de 17.00 a 22.00 hay un descenso del polen suspendido en el ambiente por el enfriamiento del aire)
No colgar la ropa al aire libre para secarla porque el polen se deposita y acumula en ella
En caso de utilizar aire acondicionado, hay que limpiar los filtros muy frecuentemente, ya que en ellos se retiene y acumula el polen.


Si la causa de alergia son epitelios y/o excrementos animales, por lo general mascotas domésticas, la forma más eficaz de evitarlo es simplemente no teniéndolas en casa. Si eso no es posible, es aconsejable bañar con frecuencia al animal, cepillarlo con asiduidad fuera de la casa, procurar que duerma siempre en el mismo sitio, su cesto, y no en cualquier lugar de la casa, limpiar de inmediato sus excrementos, no utilizar alfombras, porque es difícil extraer de ellas pelos, caspa... Por supuesto, todos estos cuidados los debe hacer un familiar, un amigo, pero no un alérgico.

Los mohos de interiores crecen en las áreas húmedas de la casa, por lo tanto hay que evitar humedades y ventilar la casa a menudo

Si se localizan focos de humedad es precisa una limpieza con detergente y un poco de lejía y buen secado pueden ayudar a eliminarlos

En el caso de los ácaros, animales microscópicos que se encuentran por toda la casa, especialmente en zonas donde se acumulan las células muertas (caspa) de los humanos hay que eliminar los elementos que favorezcan su depósito: alfombras, colchones de pluma y lana (sustituirlos por fibra sintética y fórrarlos con fundas antialérgenos), exceso de muebles y estanterías llenas de libros, así como todo elemento que pueda acumular polvo, ya que en éste van los ácaros.

Mantener el nivel de humedad de la casa por debajo del 50%

Inmunoterapia



Además de evitar el alérgeno, la inmunoterapia es actualmente la única terapia que puede alterar el curso natural de la rinitis alérgica y, sobre todo, impedir el desarrollo posterior del asma. La inmunoterapia debe iniciarse en fases tempranas de la enfermedad y en la actualidad se disponen de preparados, además de los clásicos que se administran por vía subcutánea, que permiten la inmunoterapia sublingual y la intranasal.

Farmacoterapia

Los preparados inhalados tienen la ventaja de poder liberar altas concentraciones en la mucosa nasal evitando así los efectos sistémicos. Hay una extensa farmacopea destinada a inhibir y neutralizar la histamina y a combatir la inflamación.
Los anti-H1, inhibidores de la histamina, son efectivos con la rinitis alérgica estacional, y no tanto con la perenne.

Los corticoides tópicos o de acción local son muy eficaces para mejorar la obstrucción nasal, la rinorrea, el estornudo y el picor, y se usan en la rinitis estacional severa y en la perenne. Se pueden utilizar también en niños excepto el acetónido de triamcinolona y la beclometasona por la posibilidad de retrasos del crecimiento. En los niños hay que evitar el uso de descongestivos nasales y los corticoides por vía sistémica.

El cromogligato, estabilizador de membrana, por su seguridad, tiene aplicación en embarazadas y niños.
Los descongestionantes y vasoconstrictores usados más de 4-5 días pueden producir rinitis medicamentosa y efecto de "rebote". Los descongestionantes orales como la efedrina, pseudoefedrina, fenilpropanolamina, si bien no tienen efecto rebote, sí producen insomnio, irritabilidad, taquicardia y subidas de presión arterial.

En el tratamiento de la rinitis alérgica hay medicamentos prometedores: los inhibidores de mediadores lipídicos, los anticuerpos anti-IgE, los anticuerpos monoclonales, inhibidores de las kinasas...

En definitiva, este año los alérgicos deberéis cruzar los dedos y tomar alguna de las recomendaciones anteriores para no sufrir los síntomas tan molestos provocados fundamentalmente por la polinización de nuestras siempre amigas, las plantas.



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